Iván, con esa sonrisa tan característica en él, a veces, me hacía recordarle en su niñez cuando íbamos caminando por la playa, sorprendido, señalaba con su pequeño dedo y me decía todo emocionado «na nuna» …
Patricia, te mira y sus ojos brillan de felicidad, son tan hermosos como lo es ella. Esa mirada que envuelve de ternura, cariño y amor a Iván. Él la mira y se embelesa en ella… Una bella historia de amor que comienza en la más tierna adolescencia.
He pasado con vosotros una tarde muy especial, cargada de recuerdos de infancia y juventud.
Gracias por compartir conmigo estos bellos momentos. Os quiero.
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
Gustavo Adolfo Bécquer</>
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