En mi mente aún suenan las notas musicales del tema de Christina Perri “A Thausand Years”. La piel se me eriza y siento una embriagadora emoción. Con este tema Steffi y Ramón toman sus votos de unión.
Todo este tiempo he sabido que iba a encontrarte.
El tiempo ha traído tu corazón hacia mi.
Te he amado por mil años. Te amaré por mil años más
Dos de mayo de dos mil quince, es el día de una las bodas más emotiva que he realizado desde que comencé mi carrera profesional dedicada a los enlaces matrimoniales.
Siempre he vivido con mucha emoción cada reportaje que he fotografiado pero en esta boda todo fue rozando el límite de los sentimientos. Ver cada mirada, cada caricia, cada beso impregnado de un intenso amor es, es, es… Me detengo a buscar la palabra exacta para definirlo y la que encuentro es: AMOR, así, sin más. No hay que adornar lo que no hace falta ser adornado.
Como ya comenté en esa especial preboda (clica aquí) que realicé en su casa en Campo de Criptana, Steffi y Ramón llegaron a mi vida en forma de regalo de Reyes pues un mensaje al WhatsApp esa noche hizo que hoy esté contado con mis fotografías esta boda, uno de los días más hermosos de la vida de esta pareja.
A las cuatro de la tarde me encontré con Ramón en casa de sus padres, José María e Isabel. Allí se encontraba también su hermano Fernando. Atento y cariñoso fui recibida por el novio. Soy presentada ante su familia y me hacen sentir como si fuera un miembro más de ellos y es así como comienza esta historia que hoy aquí, en esta humilde casa, la vuestra, os presento…Isabel y José María, los padres de Ramón, viven este momento hechizados, enternecidos al ver a su hijo cómo se prepara para este día tan especial. Entre tanta emoción, Isabel con un toque especial de humor, nos cuenta las peripecias que ha ido viviendo Ramón a lo largo de la mañana, todos reíamos a carcajadas.
Y entre risas y lágrimas voy “robando” esos instantes que tanto me emocionan.
La tarde va transcurriendo con tranquilidad en esta casa.
Steffi me recibe con una sonrisa, ya casi terminando su peinada y dispuesta a comenzar con sus preparativos. Se encuentra nerviosa e impaciente, deseando ver a Ramón.
Mercedes y Eduardo, sus padres, se encuentran acompañándola en todos los momentos de su vida y de forma muy especial en este día. Son personas entrañables y cariñosas.
En la casa se respira momentos cargados de nerviosismo. -Es normal-, le digo, -son instantes muy intensos. Sin más me acerco a Steffi con ternura, la tomo entre mis brazos y la abrazo, quiero transmitirle un poco de la paz que siempre me acompaña.
Respiramos profundamente y damos comienzo con sus preparativos…
¡Ya estamos listos para el gran momento!
Steffi, más relajada, hace su entrada en el Hotel Château Viñasoro.
Agarrada del brazo de su padre, con sus damas y su pequeña damita, camina vibrante hacia el Altar, lugar donde se encuentra Ramón, su amor.
Ahora, que empezáis a escribir vuestra propia historia en común, tened presente que se trata de una obra exclusiva, aunque puede empezar en vuestro caso también con:
“Érase una vez… o, mejor todavía, “En un lugar de La Mancha”…
Os quedan muchas páginas en blanco por escribir y decorar. Tratadlas serenos, con mucho amor, respeto mutuo y cariño.
Vais a tener y todos os deseamos muchas primaveras y veranos aunque, desgraciadamente, no podréis evitar los otoños y los inviernos. Pero cuando estos lleguen, apoyaros el uno en el otro y caminad juntos, de la mano y con el mismo paso hasta que veáis nuevamente el sol.
Para terminar, hacedme un favor:
Amaros mucho, sed muy muy felices y… comed muchas perdices.
Este párrafo forma parte de las emocionantes palabras que Mercedes dedicó a su hija. No me avergüenza decir que lloré como muchos de los invitados que allí se encontraban.
Y desde aquí hasta el final os dejo con este reportaje tan especial para mí de la Boda en Hotel Chateau Viñasoro de Steffi y Ramón.
“Este es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.
Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación,
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.
“Este es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
-esas terribles manos delgadas como el pensamiento-
se entrelazan y un suave sudor de -otra vez- miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aún cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía -y es poesía.
Esta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al lado que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos -otra vez ese mar-,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras – y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.
-Efraín Huerta-
Desde aquí tan solo me queda agradecer a Mercedes, Eduardo, Isabel, José María y resto de la familia de esta pareja, el buen trato y cariño que recibí. Vuestra colaboración y atención, así es mucho más fácil trabajar.
A vosotros, Steffi y Ramón, quedo eternamente agradecida por todo el cariño que me distéis. Por el trato tan cercano que hemos tenido y por todos esos gestos nobles que habéis tenido hacia mi. Volvería una y mil veces a repetir de nuevo esta experiencia con vosotros.
Y no hay nada más gratificante para un fotógrafo de bodas que llegar a casa y sentir que ese día tan intenso ha sido gratamente recompensado con el resultado final de su trabajo.
Gracias.
Es maravilloso sentir como vas recreando con palabras estos emotivos momentos. Felicitaciones por tu trabajo! Abrazos.
Una sola palabra para describir el reportaje de esta boda. INCREÍBLE
De una belleza y nivel emociona admirable. Captas las emociones como tu solo sabes, porque puedes observar el alma humana. Solo unos cuantos fotógrafos saben y pueden captar con su mirada la magia de la vida. Un beso grande Charo.
mariano
Muchas felicidades Charo. Un reportaje muy emotivo y profesional. Saludos.
Extraordinario reportaje gráfico de una boda emocionante, muy humano y altamente creativo como se corresponde con una fotógrafa de tu categoría.
Josñe Francisco
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